MÁTALAS CALLANDO

Podrá el gobierno federal justificar de una y mil formas su reforma legislativa para militarizar la Guardia Nacional, que dicho sea de paso sus elementos son endebles muñequitos de trapo ante el poderío del crimen organizado, lo cual, definitivamente, es consecuencia de la “estrategia” de besos y abrazos, así como la evidente conexión y relación  de López Obrador con los cárteles de las drogas, pero la realidad es que en materia de seguridad  su fracaso es innegable y no sólo en ese rubro, también en lo económico, en lo social, en lo político y hasta en reconocer que cambió de opinión y acabó dándole la razón a su gran pesadilla, el expresidente Felipe Calderón.

Una tomada más de pelo a los mexicanos por parte del tabasqueño, quien se llenaba la bocina durante su campaña diciendo que sacaría al Ejército de las calles y no se cansaba de reprochar lo que él consideraba la fallida estrategia de Calderón Hinojosa, por lo menos él tenía una, ya que el morenista acabó endosándole a las fuerzas castrenses su fracaso en materia de seguridad que mantiene al país sumido en una violencia aterradora.

La razón más recurrente y posiblemente la más fuerte es que los militares están preparados para la seguridad nacional, no para la seguridad pública, lo que me queda claro, le vale un reverendo cacahuate al ejecutivo federal.

Eso, por un lado, porque tampoco podemos olvidar que no están exentos de abusos y violaciones; han trascendido numerosos casos de torturas y desapariciones forzadas que han salpicado históricamente al ejército mexicano. Aunque claro, nos da una tranquilidad sobre natural saber que la Comisión Nacional de Derechos Humanos estará atenta e intervendrá. ¡Ah sí ajá!

Desde su creación, en 2019, la Guardia Nacional quedó al mando de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, una institución de carácter civil; mientras que al Ejército les daba López Obrador, más poder y responsabilidades. Los tenemos hoy en día en el manejo de aduanas, la construcción de chafas obras públicas, entrega de medicamentos y pues si tienen un tiempo libre en la seguridad nacional.

México es más peligroso que hace 16 años cuando se decidió que militares salieran a las calles y podrá López Obrador decir misa, pero la verdad es que le endosa al Ejército su incapacidad para hacer frente a la inseguridad en nuestro país.

LOS MUNICIPIOS NO SON LA EXCEPCIÓN

Así como López Obrador responsabiliza al anterior gobierno de los altos índices de delincuencia que se registran en el país, lo mismo sucede en todos y cada uno de los municipios del territorio nacional, incluyendo al Estado de México.

Los ya no tanto recién desempacados alcaldes de oposición, los de Morena me interesan un sorbete, se encontraron con municipios destrozados en su tejido social que para colmo de males ni como echarles la mano, todo se unió en su contra.

Naucalpan, tampoco es punto y aparte, la alcaldesa Angélica Moya sabía perfectamente las broncas que en materia de seguridad enfrentaba la localidad y también tiene derecho a decir que las cosas empeoraron porque en la pasada administración nada se hizo al respecto.

Lo que sorprende en esta ciudad es que haya personajes como el diputado local Isaac Montoya que hable de condiciones de ingobernabilidad en Naucalpan, cuando su líder tiene al país en la ingobernabilidad.

Qué asegure que hay pactos de impunidad cuando el único pacto que existe de ese tipo es entre él y Patricia Durán Reveles. Muestra de su gran ignorancia es decir que el PAN no tiene ni el control ni el conocimiento, sí alguien tiene esas características es precisamente, Moya Marín, pero es irresponsable pedir que en siete meses haga milagros cuando llevan más de tres años sin hacer el trabajo.

Otro que debería cerrar la bocina es el regidor Mauricio Aguirre, ¡qué no olvide que él formo parte de la farsa morenista en Naucalpan!