Por Alfredo Oropeza

Convertido en el sexenio más violento, en lo que va del siglo; con una crisis económica internacional, agravada por las decisiones erráticas e insensibles del presidente y reflejadas en desempleo, inflación y perdida de la inversión; y con el fallecimiento de cientos de miles de personas, familiares y amigos, a causa del Covid-19 y la crisis sanitaria, empeorada por el mal manejo y pésimo desempeño del gobierno, en materia de salud pública; así se resumen estos tres años de un gobierno de 4Ta. que sólo ha ofrecido sangre, desempleo, dolor y lágrimas.

Con promesas incumplidas y contradicciones a las posturas que asumía cuando era eterno candidato, López Obrador se ha convertido en todo aquello que antes criticaba, mintiendo todos los días, solapando la corrupción de familiares, allegados y aliados y traicionando la esperanza depositada en él, por una sociedad que se descubre otra vez burlada y engañada, ahora por la deshonestidad cobarde y llorona del residente del Palacio Nacional.

Antes de ser presidente, López no solo planteaba regresar al Ejército a los cuarteles y retirarlo de tareas de seguridad, en un plazo de seis meses. Actualmente, el presidente facultó a las fuerzas armadas para desempeñar tareas de seguridad pública, control de migración, entrega de enseres en 11 estados, combate al robo de hidrocarburos, auxilio en la pandemia de COVID-19 y construcción de obras, entre otras acciones.

Según cifras oficiales, en el país hay 210,620 efectivos desplegados, entre el Ejército, la Armada y la Guardia Nacional. Pese a este despliegue, la inseguridad no ha cedido y, desde el 1 de diciembre de 2018 y hasta el pasado 30 de octubre, se han registrado 103,133 homicidios dolosos y feminicidios, registrando los tres años más violentos para el país.
La estrategia de abrazos y no balazos, ha fracasado y el gobierno ha empoderado al ejercito con el monopolio de violencia, las aduanas, los puertos y la construcción.

En otro ámbito, la corrupción y una política económica en favor de “familiares y cuates” del presidente han alejado al país del crecimiento económico y del desarrollo humano, consecuencia de las decisiones erráticas y hasta caprichosas del presidente que han tenido un efecto inhibidor en la inversión privada: como la cancelación del aeropuerto, de la planta cervecera en Mexicali, la renegociación de los contratos de los ductos de Texas a Tuxpan en materia de gas, la cancelación de las subastas eléctricas y de las rondas petroleras.

La inversión ha sido insuficiente para soportar los meses más agudos de la pandemia y trajeron una recuperación económica incompleta en el mercado laboral. La desocupación laboral antes de la pandemia era del 19.6 por ciento, en los meses de abril del 2020 llegó a estar en niveles de 48 por ciento y ha recuperado algo de terreno, pero al cierre del tercer trimestre de 2021 llegó a 26.4 por ciento, un 7 por ciento más que antes de la pandemia.

Y, por si fuera poco, el Coronavirus vino a revelar el completo estado de desahucio que provocó la desaparición del Seguro Popular, en el sistema de salud con el gobierno de 4Ta., que vino a complicar la atención de la pandemia de Covid-19, además de agravar la carencia de medicamentos y tratamientos para enfermedades crónica degenerativas, principalmente en la población infantil con cáncer.

La pandemia ha registrado un exceso de mortalidad de casi 600 mil defunciones, teniendo un número similar de familias en el dolor y la angustia, por la pérdida de uno o más seres queridos. Familias que quizás perdieron al eje de la familia y algunas otras hasta perdieron su patrimonio para atender la enfermedad.

Claro ejemplo de la indolencia y narcisismo del presidente López, respecto a la seriedad de la pandemia, fue su evento faraónico de auto adoración y veneración en el Zócalo capitalino, donde puso en riesgo la salud y la vida de muchas personas acarreadas por su partido, gobernadores y alcaldes morenistas, quienes junto al presidente no consideran a la salud como una prioridad.

Mientras el mundo se prepara para la llegada y posible impacto de la nueva variante ómicron de covid-19, López expone a miles de personas a riesgos epidémicos, sólo por satisfacer su ego y aires de grandeza.