Por Alfredo Oropeza
Tras la publicación hecha por el semanario Proceso y el portal de Aristegui Noticias, sobre la vinculación del programa “Sembrando Vida y la fábrica de chocolates” de los hijos de López Obrador –donde el programa insignia del gobierno de 4Ta. tiene un particular impulso en Tabasco y beneficia a los hijos del presidente–, ni tardo, ni perezoso, López se lanza a la yugular contra la periodista; a la cual, no hace mucho alabada y ensalzaba por ser “una periodista independiente y profesional”.
No es la primera, ni será la última vez, donde al ser exhibidos los desaciertos, mentiras, escándalos y corruptelas de la 4T, el mandatario mexicano ha respondido de manera visceral, criticando a asociaciones civiles, a medios de comunicación y opositores a su gobierno, por diferentes motivos. Lo que ha puesto en duda la existencia de la libertad de expresión en México.
Como parte de su política de acallar las críticas e investigaciones periodísticas que exhiban a su gobierno, el tabasqueño recurrió a otra ocurrencia y así surgió la polémica sección de las mañaneras: “Quién es quién en las mentiras de la semana”, a cargo de una pseudoperiodista servil al régimen, Ana Elizabeth García Vilchis. Esta sección se trata de un espacio en el que cada miércoles, durante su conferencia matutina, busca desacreditar (más no desmentir) las supuestas noticias falsas que emiten los medios de comunicación.
“Quién es quién en las mentiras” se trata de un linchamiento en la plaza pública hacia medios informativos, columnistas y periodistas, más que la discusión libre sobre la información que los medios de comunicación publican a diario. La respuesta cotidiana López obrador es señalar con su dedo flamígero a los sacrílegos y blasfemos al régimen, para invitar a sus huestes fundamentalistas a perseguir, censurar y atacar públicamente y en redes sociales a periodistas y medios de comunicación.
Lo anterior, no es exclusivo a la prensa nacional, sino también se ha lanzado contra medios extranjeros como The Washington Post, The New York Times o The Economist. Así también, contra lideres de opinión de la sociedad empresarial, asociaciones civiles y organismos no gubernamentales, evidenciando la gran aversión de López Obrador hacia las libertades de informar, opinar y exigir rendimiento de cuentas, y develando su naturaleza déspota, absolutista y autoritaria.
Sembrando Vida, es el ocurrente programa insignia del presidente el López, que sólo ha servido para generar un clientelismo electoral en el sector campesino y fomentar el desmonte y la deforestación de amplias zonas de bosques y selvas tropicales, con el fin de obtener el financiamiento del programa. Ahora también, se sabe que el programa ha sido pervertido para beneficiar a amigos y aliados del régimen, así como para beneficiar a una de las fincas de sus hijos y a un empresario cercano a ellos: Hugo Chávez Ayala.
A través de la investigación “Sembrando Vida y la fábrica de chocolates”, realizado para “Connectas” y publicada por Carmen Aristegui, se revela que el empresario Chávez Ayala, además de ser amigo de la familia presidencial, ha sido consultor de Sembrando Vida y ha asesorado en la finca cacaotera “El Rocío”, propiedad de los hijos mayores del presidente.
Hugo Chávez Ayala presenta conflictos de intereses al ser consultor de Sembrando Vida y tener una relación empresarial con la familia presidencial. Este personaje ha vendido cerca de dos millones de semillas de cacao a beneficiarios del programa; los cuales, en el futuro están comprometidos a vender su cosecha de cacao al mismo Hugo Chávez y a su empresa Agrofloresta Mesoamericana, revela el reportaje.
En Tabasco, los beneficiarios se quejan de que Sembrando Vida los obligó a sembrar cacao sin previa consulta, y al no conocer de sus cuidados y no existir condiciones de altura y sombra en el terreno, varios de los sembradores han perdido su cultivo.
Lo que causó el enfado de López Obrador contra Aristegui, fue que el reportaje expone el vínculo de Hugo Chávez con sus hijos, como asesor y proveedor de cacao, en la producción de chocolates de la fábrica “El Rocío”, propiedad de los hijos mayores del presidente.
Ahora resulta que, a partir de la publicación de esta investigación, para López Obrador “Proceso y Carmen Aristegui nunca han estado a favor de su movimiento y nunca han hecho un periodismo en favor del pueblo”.