Por Alfredo Oropeza
López Obrador añora regresar a aquellos tiempos en que el Estado era inmensamente obeso, improductivo y una carga pesada para los contribuyentes.
En sus delirios Echeverristas-López Portillista, el presidente trata de dar un giro de timón y regresarnos a aquellas décadas en que el gobierno mantenía un sinnúmero de empresas paraestatales, donde la productividad y la innovación era lo de menos, el fin era engrosar las filas de empresas holgazanas y monopólicas.
Hubo un tiempo que el Estado acaparaba la producción de “bienes estratégicos para la soberanía nacional”, desde la producción de papel periódico (para mantener a raya a la prensa escrita), hasta bicicletas. Política que surgió en la postguerra con la “Sustitución de Importaciones”. La cual, derivó en una economía estatista nacional-populista que, como en el esquema socialista, derivó en la pérdida de la competitividad en la planta productiva y el aniquilamiento de la investigación y la innovación.
Hoy, López se esfuerza para meter reversa y retornar al reinado oscuro del monopolio de estado, bajo la ilusoria bandera de que la riqueza energética es de los mexicanos. Ni si quiera el petróleo es nuestro, mucho menos las energías.
Nunca, mis abuelos, mis padres y mi generación, hemos recibido un depósito de las utilidades de Pemex. Mucho menos ahora, que la empresa paraestatal está al borde de la ruina financiera y el gobierno se la pasa aplicándole transfusiones millonarias de dinero, para evitar su deceso.
Con pérdidas acumuladas por más de 918 mil millones de pesos y una deuda de 104 mil 795 millones de dólares, Petróleos Mexicanos está al borde del desahucio. Pemex ha recibido, en lo que va del año, una inyección de capital por parte del gobierno de entre 1,300 y 1,600 millones de dólares, así como una reducción adicional de impuestos por unos 3,680 millones de dólares.
Pero, la agonía de Pemex no desanima el nacionalismo populista-estatista del señor López y, ahora, apunta a conducir a la Compañía Federal de Electricidad a terapia intensiva, con la retrograda, ocurrente y nociva contra Reforma Eléctrica.
La iniciativa presentada el viernes, por el presidente López Obrador, representará un giro negativo para la economía en su conjunto, ya que es un incentivo adverso para la inversión privada. Con la depresión económica que vive el país desde 2019, está propuesta no ayudará en nada a la recuperación de la inversión y el empleo.
En la era digital y de las tecnologías de la comunicación y la información, el motor actual de crecimiento es la inversión privada, la cual está prácticamente apagada desde la llegada de este gobierno.
En la agenda ambiental, la reforma caprichosa de AMLO también traerá repercusiones en la sustentabilidad de los recursos naturales. Tras un análisis de la iniciativa, llevado a cabo por especialistas en energía y cambio climático de Greenpeace México, la organización la calificó la propuesta como un “grave error y un retroceso”.
“Al otorgar al Estado la exclusividad para la generación de la electricidad, se cancelaría la posibilidad de que los privados (incluidas las personas en sus casas) puedan generar electricidad, regresando al esquema de monopolio estatal absoluto que existió durante mucho tiempo”. Señala la ONG.
El empresariado estadounidense y funcionarios de su gobierno, también se han sumado a las voces que expresan su desacuerdo con la reforma constitucional que terminaría con los contratos de generación eléctrica vigentes con empresas privadas. Advirtiendo del riesgo de entrar en conflictos con varios acuerdos comerciales, entre ellos el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Por su parte, López recurre al gastado discurso de que la Reforma Eléctrica promulgada por su antecesor, tuvo como progenitor a la corrupción y por ello hay que aniquilarla. Mientras tanto, el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, disfruta de su inmunidad cenando relajado y quitado de la pena en los exclusivos restaurantes de las Lomas de Chapultepec, evidenciando la impunidad que reina en la 4T y el fracaso rotundo del combate a la corrupción.