Opinión de Alfredo Oropeza.
«No podemos aceptar un GOBIERNO MILITARISTA, que utilice al ejército para suplir las incapacidades de los gobiernos civiles. Que regresen los soldados a los cuarteles.» Decía López en 2010.
“No es con el ejército como se pueden resolver los problemas de inseguridad y de violencia. No se necesita al ejército en las calles, no podemos aceptar un gobierno militarista”, señalaba López en 2012.
Para no perder la costumbre, contrario a lo que predicaba como opositor, como presidente, López ha amplificado y diversificado las funciones militares más allá de la seguridad, aunque la seguridad no se resuelva, lo que ha significado un proceso de empoderamiento militar, con el incentivo de lograr la lealtad ciega del Ejército.
De policía a albañil, contratista, agente aduanero y administrador de aeropuertos y puertos, proveedor próspero de mano de obra gratuita y beneficiario de jugosos contratos del gobierno corruptor de López.
De una economía de cuates a una economía de generales.
Las organizaciones de la sociedad civil han reiterado su rechazo a la “militarización” de la seguridad pública y se manifiestan en contra del acuerdo que anunció el presidente para que la Guardia Nacional pase a la Secretaría de la Defensa Nacional.
A pesar de que la Constitución establece de forma clara que la Guardia Nacional debe estar adscrita a la Secretaría de Seguridad Pública. Por decreto, acuerdo y capricho presidencial, López pretende pasarse por el Arco del Triunfo la Constitución, para pasar a la militarización de la vida pública.
Queda claro que a este Gobierno de 4Ta. le importa un carajo la ley. López Obrador siempre quiso que la Guardia Nacional dependiera del Ejército, de facto traslado mandos militares y tropas a la Guardia Nacional, aunque formalmente dependiera de la Secretaría de Seguridad. Ahora, en la práctica, el presidente busca asegurar la lealtad del ejército, con la militarización del país. Siguiendo al pie de la letra el Manual del Dictador.
Y fiel a los dictadores militaristas, mientras somete al país en la austeridad y la pobreza, centralizando todo el poder posible, sus hijos estudian y residen, cómo burgueses capitalistas, en los países liberales y democráticos