En redes sociales han surgido campañas que piden que los nuevos jueces y magistrados salgan exclusivamente de la carrera judicial.

Aunque lo presentan como una defensa de la experiencia, en el fondo refleja el temor a perder el control de un sistema que, por años, ha funcionado como un espacio reservado para unos cuantos.

La posibilidad de que lleguen perfiles nuevos —con formación, méritos propios y compromiso real— incomoda a quienes están acostumbrados a mover influencias y heredar cargos.

La pregunta es inevitable: ¿Quién teme competir si realmente está preparado? ¿Quién necesita cerrar el acceso si su trayectoria se sostiene por sí sola? Hoy, más que nunca, se necesitan jueces que representen el esfuerzo real y no las redes de favores.Jueces cercanos a las personas, no a los intereses internos.

La justicia debe renovarse.

No puede seguir siendo el mismo negocio de siempre.

¿Defendemos la experiencia o defendemos los privilegios? El debate está abierto.

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