Columna por: Alfredo Oropeza

Están por cumplirse cuatro meses del cierre de la cabecera municipal al tránsito vehicular particular, de gran parte de la actividad comercial local y de toda actividad comercial informal; tras el operativo de retiro de estructuras metálicas de puestos ambulantes y el cierre de las vialidades, como medida para prevenir la propagación del Covid-19, entre los transeúntes que suelen recorrer la localidad para tomar el transporte público hacia sus lugares de trabajo o de residencia.

El centro de Naucalpan fue cerrado a la circulación en un radio de 2 kilómetros, desde el Puente Primero de Mayo hasta el Periférico, impidiendo el paso por las avenidas Gustavo Baz, 16 de Septiembre, Morelos, Estacas y Universidad.

Aprovechando dicho operativo, la autoridad municipal decidió sacar ventaja de la ocasión para que, de manera espontanea e improvisada, decidiera introducir maquinaria pesada para levantar banquetas, calles y hasta demoler el Parque Revolución, como una oportunidad inmejorable para rehabilitar la infraestructura vial, peatonal y remodelar dichos espacios públicos.

Es innegable que una oportunidad así no podría repetirse, para el gobierno municipal: el tener las calles de la cabecera libres de tráfico, de bases de transporte público y de comercios ambulantes, para ejecutar obras de “embellecimiento” del centro de Naucalpan. Pero, las preguntas son ¿estas obras estaban planeadas? ¿Había presupuesto asignado para ello? y si no, ¿Qué obras fueron sacrificadas para reconducir su presupuesto en favor de éstas otras?

Lo anterior, porque es claro y evidente que para el gobierno municipal le fue fácil realizar el levantamiento de banquetas, vialidades y la demolición del Parque Revolución, a través de Obras Públicas; pero al no tener una planeación adecuada de las obras y, tampoco, el presupuesto asignado para la ejecución de estas, los trabajos de construcción se han desarrollado de manera improvisada y su avance es desesperadamente lento.

La consecuencia de aventarse obras de manera espontánea, a la “viva México” y sin planeación, se refleja en el malestar social que se ocasiona diariamente a gran parte de los usuarios del transporte público, que no tienen de otra que caminar largas cuadras (algunas de terracería) de un extremo a otro de la cabecera municipal, desde su bajada del transporte hasta llegar a las bases improvisadas y transbordar a otra combi o microbús.

Así también, el cierre de las vialidades del centro de Naucalpan, afectan a los usuarios de vehículos particulares que requieren trasladarse del Puente y la Avenida de Primero de Mayo hacia Gustavo Baz, Periférico o a la Vía Adolfo López Mateos, los cuales son obligados a sortear embotellamientos y atajos decorados con pintorescos baches, para saltar el centro de Naucalpan.

Pero la ocurrencia e improvisación de obras va más allá, al grado de entrar a los gastos innecesarios. Pues, además del anuncio de pretender levantar el pavimento de la Avenida 16 de Septiembre (repavimentada ¡hace tres años!), para iniciar una obra de pavimentación con concreto hidráulico; al gobierno municipal morenista se le ocurrió ¡demoler el Parque Revolución!, cuya última gran remodelación y embellecimiento se le dio en el año 2005 –que le dio la imagen que conocimos hasta hace unas semanas– y del que no han pasado cuatro años de su última remodelación y mantenimiento.

La maquinaria del gobierno municipal derribó la fuente monumental, su kiosco histórico, las jardineras y los cipreses. “El Parque Revolución desapareció, dejando terracería, polvo, árboles derribados y maquinaria parada, en lo que parece una obra abandonada.” (El Universal).

Mientras tanto, vecinos y comerciantes piden a las autoridades la apertura de las calles que han permanecido cerradas por casi medio año, para permitir la reactivación económica de la zona.

Lamentablemente, el gobierno municipal morenista no tiene prisa –por no decir que se aventó como “El Borras” iniciando obras en la cabecera municipal, sin presupuesto– pues sus voceros afirman que “el monto y plazos para la realización de estos trabajos aún no está definido, pues dependen de la llegada (o no) de los fondos federales que se están gestionando”.

Así, antes que pensar en las obras más demandadas y urgentes, de las diferentes comunidades del municipio, el gobierno municipal morenista se aventó la puntada de levantar banquetas, calles y demoler el parque del Centro de Naucalpan, sin contar con los proyectos de obra, sin planeación y, lo peor, sin presupuesto; dejando un paisaje pintoresco de terracería, abandono y esperando sólo la salvación del gobierno federal y los recursos extraordinarios que pueda destinar al municipio.

Lo que probablemente no ha calculado la Presidenta Municipal, es que antes de cualquier obra patito municipal, la verdadera prioridad del gobierno federal son las obras patito del ocurrente inquilino de Palacio Nacional.