Por Alfredo Oropeza
La presidenta municipal de Naucalpan, Patricia Durán, llega a su segundo informe de gobierno con poco que informar y mucho por justificar. Al parecer, el gobierno municipal morenista no tiene logros por presumir, en los principales temas que les interesan a los vecinos de Naucalpan.
El municipio llega al cierre de un segundo año de gestión morenista, en el que se presumía “construir confianza”, más sucede todo lo contrario, se ha consolidado en la desesperanza y la decepción de miles de naucalpenses, que hoy sufren y viven todos los días una pandemia y la inseguridad descontroladas; un gran abandono a las comunidades en obras y apoyos efectivos, para sortear la caída de la economía local; y la amenaza de la imposición de un Plan de Desarrollo Urbano plagado de disparatadas e inconsistencias.
El gobierno morenista mantiene al municipio en semáforos rojos en inseguridad, salubridad, en sus finanzas y en el rechazo de un Plan de Desarrollo Urbano, que tiene dedicatoria para desarrolladores afines a los intereses familiares.
En materia de seguridad, el municipio mantiene semáforos rojos en homicidios, robo a transporte público, extorsión, narcomenudeo, robo a negocios, lesiones y violencia doméstica, según cifras oficiales del Semáforo Delictivo del Estado de México.
El 88% de la población naucalpense tiene la percepción de que el municipio es hoy más inseguro que hace dos años, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública y Urbana (ENSU). Los vecinos de Naucalpan han vivido los dos años más violentos, en los últimos 20 años.
En cuanto a las finanzas municipales, el cabildo le aprobó a la presidenta municipal la autorización para adquirir un crédito por 275 millones de pesos, para poder cubrir los compromisos financieros pendientes al cierre de 2020. Sin embargo, al invitar a las instituciones financieras a la licitación del crédito, estas declinaron participar dada la desconfianza en las finanzas y el mal manejo de las mismas, por parte del gobierno municipal, por lo que el concurso se declaró desierto.
Ahora, la administración municipal se encuentra entrampada en la iliquidez y el impago a proveedores de bienes, servicios e insumos de la administración municipal; así como, en dificultades para cumplir con el pago de sueldos y salarios al personal, aunando las deudas que el Ayuntamiento y el Organismo de Agua tienen con el personal sindicalizado.
En salubridad, el municipio se ha dejado a su suerte durante el desarrollo de la pandemia por el Covid-19, siendo varias las familias que han sufrido de la pérdida de un ser querido a causa de esta. La autoridad municipal se refleja ausente y distante de la población, sin aplicar un programa eficaz de información y contención en los puntos neurálgicos del municipio.
El único hecho relevante del gobierno morenista ha sido cerrar los accesos principales a la cabecera municipal, con la justificación de impedir las aglomeraciones, pero con la penitencia de miles de vecinos que todos los días deben atravesar los escombros y ruinas, de calles derruidas por la propia autoridad municipal; además de la quiebra y abandono de decenas de locales comerciales y restaurantes de la zona.
En cuanto a obra pública, esta no existe y la poca que se ha tratado de realizar y cacarear como futuro logro, está a medias. Por más esfuerzo que se haga, no se recuerda alguna obra relevante hecha por este gobierno y la poca que trata de presumir la presidenta Durán, no avanza desde hace ocho meses: el Centro de Naucalpan, donde destruyó guarniciones, banquetas y calles, demolió el Parque Revolución y asfixió la zona comercial. Pero a falta de planeación, proyecto y presupuesto, sólo ha quedado como monumento a la improvisación y ocurrencia de la presidenta municipal.
Por último, la presidenta municipal está empecinada en imponer un Plan de Desarrollo Urbano parco, opaco y plagado de inconsistencias, donde el único objetivo visible es la sobre densificación de áreas urbanas, como los fraccionamientos, y las áreas urbanizables, como la reserva territorial aun sin desarrollar. Sin proyectos visibles de solución al desabasto de agua y la saturación de las vialidades del municipio, o la falta de estas. Sólo trasciende que el único beneficio de dicho Plan es para los desarrolladores y constructores ligados a la familia presidencial.
Así, se llega al cierre del segundo año de gestión de Patricia Durán, con poco que informar y muchas ansias de reelección. La duda es, después de dos desastrosos años de gestión, con alta inseguridad, finanzas quebrantadas, poca o nula obra pública, caída de la economía local y protestas ciudadanas a diario, parece muy lejana la posibilidad de que la presidenta pueda salir con la calidad moral de ver a la cara a los ciudadanos y pedirles nuevamente su voto de confianza.