Columna por Alfredo Oropeza
El afán de secundar las ocurrencias de López Obrador llevará al gobierno municipal de Naucalpan a derrochar recursos y esfuerzos en la creación de la Universidad Pública Municipal Nuacalpense, que inevitablemente se convertirá en un elefante blanco, producto de un capricho ocurrente, carente de sustento legal, financiero y sin validez oficial.
El proyecto representará un gasto futuro insostenible para la administración municipal y un derroche ingenioso en proyectos fallidos, en tiempos de crisis.
A un año de que el presidente López anunció la donación del “Rancho de Los Tres García” (predio de 21 mil 302 metros cuadrados) decomisado al crimen organizado para la creación de la Universidad Pública Naucalpense, el gobierno de Naucalpan anuncia que “ya se cuenta con el proyecto ejecutivo y se trabaja en la adecuación de las instalaciones para recibir, en los próximos meses, a la primera generación de estudiantes”.
De acuerdo con el avance manifestado por el área de Cultura, del gobierno municipal, el proyecto contempla una plantilla docente de sólo ¡seis profesores! que se repartirán en la impartición de cinco carreras aun indefinidas.
Lo expuesto por la funcionaria municipal de Cultura, denota que el gobierno municipal no dimensiona aún el enorme reto y requerimiento de recursos humanos y financieros, que implica el administrar y encaminar una institución educativa de nivel superior.
Como primer ejemplo, para los que hemos tenido la oportunidad de cursar una carrera profesional, queda claro que hablar de una plantilla de seis docentes es lo que apenas cubre la tira de materias de un sólo semestre, en cualquier carrera.
En ese sentido, pensar en la formación de cinco carreras “profesionales”, divididas en por lo menos ocho semestres y que abarcan diferentes materias, impartidas por docentes especializados en distintas disciplinas, nos indica que por lo menos se requieren 25 profesores titulados para atender óptimamente el primer semestre, de la primera generación de estudiantes.
Si a lo anterior le aunamos: personal directivo, administrativo, de mantenimiento e intendencia, de vigilancia; más lo que implica el complementar con personal de áreas deportivas, culturales, servicios de biblioteca, centro de cómputo, cafetería, fotocopiado y papelería… La cuenta de la plantilla laboral y docente se eleva a por lo menos 50 personas.
Por otro lado, al pensar en una universidad municipal, a muchos se nos viene a la mente cualquiera de las oficinas públicas del gobierno, sea un registro civil, un Tecalli o una delegación administrativa. Oficinas o inmuebles deteriorados, con falta de mantenimiento, con mobiliario y equipo viejo u obsoleto; por lo que poco se puede esperar de la futura universidad, en una imagen diferente a cualquier edifico público municipal.
Adicionalmente, la ubicación del “Rancho de Los Tres García” se encuentra en un punto distante y de difícil acceso en el municipio: al final del Camino Las Julianas, al borde de la zona que ocupa la presa del mismo nombre.
Para poder llegar a la Universidad Pública Naucalpense, un alumno proveniente de cualquier punto del municipio, deberá tomar un transporte al centro de Naucalpan, para que de ahí transborde cualquier microbús que lo traslade a Los Arcos de Los Remedios, punto en el cual deberá tomar otro micro que cubra la ruta hacia la universidad municipal: el cual recorrerá la Avenida de Los Arcos (totalmente minada por baches y tiraderos clandestinos de cascajo) hasta pasar el panteón Parque Memorial, de ahí continuar ascendiendo hasta pasar los campos de Gotcha y continuar hasta el panteón de Los Cipréses, unos 500 metros antes de llegar a la caseta de la Universidad Justo Sierra (de la carretera Chamapa-Lechería) tomar la desviación a el Camino Real a Las Julianas y de ahí llegar hasta donde termina el camino.
Finalmente, más allá de la poca capacidad docente, de las carencias, de las instalaciones y de los épicos traslados para llegar a la Universidad municipal, el proyecto no deja de ser parte del engañoso y fraudulento esquema que tiene el programa de las 100 universidades públicas del gobierno federal: carentes de un programa académico formal certificado y reconocido por la SEP, con instalaciones improvisadas y poco aptas para la actividad docente y con carreras técnicas muy alejadas del grado de licenciatura.
Sin duda, la historia de la Universidad Pública Naucalpense no será muy distinta a la de la Universidad Pública Municipal de Cuautitlán Izcalli, erigida en agosto de 2006 y cuyo período de vida fue menos de 4 años, tras ser declarada extinta en abril de 2010.
El acta de defunción, del primer intento de crear una universidad municipal, describe las causas de su extinción: Dadas las precarias condiciones de las instalaciones en donde se desarrollan sus actividades docentes; aunando las deudas contraídas en convenios de colaboración con otras universidades para la validar sus programas, a razón de estar al margen del reconocimiento de validez oficial ante la SEP; la deserción escolar e inasistencias del alumnado; y el significar un gasto insostenible para la administración pública municipal.
En conclusión, el mejor acto que pudiera realizar el gobierno de Naucalpan es reconocer la inviabilidad que tiene una administración municipal de crear, operar, sustentar y financiar una universidad pública; cediendo el uso del predio y sus inmuebles a una institución probada y experimentada en la operación, administración y certificación de actividades académicas profesionales, como lo es la Universidad Autónoma del Estado de México.
Tal y como, al final, lo hizo el gobierno de Cuautitlán Izcalli, al ofrecer las instalaciones de su extinta universidad, para instalar un campus de la UAEM.