Por: Mátalas Callando

La conducta demencial de López Obrador si es como para asustar a cualquiera en su sano juicio; sin embargo, era de esperarse la reacción del invasor del Palacio Nacional a la marcha rosa en defensa del INE el pasado domingo; claro, superó, como siempre, cualquier expectativa. 

Sabíamos bien que no cumpliría su palabra de largarse a su rancho si alguna de las manifestaciones superaba los 100 mil asistentes (conste que él lo dijo); que ofendería; que minimizaría la presencia de 800 mil personas a lo largo de Paseo de la Reforma y de miles más en por lo menos 40 ciudades del país y también en el extranjero. 

Esta fiesta democrática no sólo lo sorprendió a él, también a los organizadores que no esperaban ver tanta gente en las calles, pero lo que jamás nadie imaginó es que anunciara su propia marcha. ¡Es neta!

Debo confesar que he participado en muchísimas manifestaciones, las cuales comenzaron desde el inicio de la nefasta administración que vivimos, pero jamás tuvieron el éxito de la pasada, salvo dos o tres, aunque nunca a esos niveles. Hay que reconocer que en esta ocasión la difusión fue enorme, de hecho, el mismo López Obrador se encargó de publicitarla sin prever que sus insultos, su desdén hacia la clase media y a quienes defendía al INE, en vez de desalentarlos, motivaría a muchos, a todos aquellos que en antaño no mostraron interés en participar en esta clase de eventos a hacerlo.

Se adueñaron de las calles; no son más del mesías y sus huestes; pero lo más importante, perdieron el ¡MIEDO! a hacerlo y un tirano es de lo que se alimenta, del miedo de sus gobernados. Todo eso contribuyó al ardor del peje, que por primera vez desde hace muchos años se da cuenta que no las tiene todas con él, aunque sus encuestas a modo se empeñen en restregarnos que su aprobación es aún elevada.

NUNCA HA SIDO EN CONTRA DE LÓPEZ OBRADOR

Soy de ese grupo de personas que no acostumbraban salir a las calles a protestar, no le veía ni motivo ni razón porque consideraba que las cosas no cambiarían. Sin embargo, cuando comenzó esta debacle política, económica y social, se convirtieron en mi catarsis; en la manera de canalizar todo ese miedo que me hace vivir a diario López Obrador con sus ocurrencias, con sus raterías, con su inexperiencia, para concluir, con su simple existencia.

A pesar de ello, las marchas jamás han sido en contra de López Obrador sino de sus políticas públicas inexistentes; por los altos índices de violencia; por la falta de medicamentos; por dejar morir a los niños de cáncer y sí he participado casi en todas a las que han convocado muchas organizaciones, a excepción de las de FRENA y debo confesar que jamás sentí la emoción que me invadió en la marcha rosa y por primera vez vi un rayo de esperanza para unirnos en contra del peor gobierno de la historia de México.

Sólo me queda una duda sobre la marcha que encabezará el presidente a favor del presidente, la cual, dicho sea de paso, es una más de las locuras del remedo de dictador. ¿Qué gritarán? “Muera la corrupción; mueran los fifís, clasistas, aspiracionistas, racistas, hipócritas, neoliberales o ¡viva la democracia!” Curioso ¿no? Es lo mismo por la que miles y miles de mexicanos nos unimos el pasado domingo.

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